No se ha desatado una guerra, únicamente se ha levantado el "telón de plata" y las hostilidades han llegado al conocimiento de los medios. El divorcio se produjo en Mónaco, y lo visto desde entonces no han sido más que actuaciones para acallar rumores. Hamilton está descontento con el equipo, pero ayer, los alemanes se posicionaron de parte del inglés y dieron la espalda a su compatriota. El choque entre los dos dejó con cara de tonto a todo el paddock, y a los millones de espectadores que, postrados frente al televisor, vieron cómo el famoso lema de una conocida marca de neumáticos se hacía realidad: "potencia sin control no sirve de nada". Es evidente, o debería serlo, que Mercedes no va a caer en los mismos errores que McLaren en 2007, pero ¿de qué sirve tener los coches más rápidos si tus pilotos chocan el uno contra el otro? El de ayer fue el primer encontronazo real entre Hamilton y Rosberg, y mientras se tiraban cuchillos a la cara, Ricciardo pasó agachando el cogote -no sea que alguno le alcanzase- y recogió un trofeo de ganador que, de tanto forcejear, se resbaló de las manos de Mercedes.
Seguro que el movimiento de ayer hizo más daño a Toto Wolff que su accidente en bicicleta. "Increíble... hay una regla de oro, no se choca contra el otro, lo de hoy es inaceptable" balbuceaba furioso el jefazo de Mercedes, incapaz de articular palabra ante los micrófonos de la prensa. La posterior bronca en los despachos tuvo que ser de órdago. Varios apuntan que Rosberg entró con armadura en el motorhome de Petronas. Sin embargo, por si alguien no escuchó los gritos desde el circuito, Hamilton se encargó de airear los trapos sucios. "Ha reconocido que lo ha hecho a propósito" señalaba el británico. Ahora bien, tomemos estas declaraciones con cautela. Todos conocemos a Hamilton y su forma de ser y expresarse. Las palabras que salen de su boca suelen parecer más grandes de lo que en realidad son, y ese "hacer a propósito" se tornó en un "no levantar el pie adrede", algo bastante distinto.

El lío montado en Mercedes ayudó y eclipsó a la vez la gran carrera de Daniel Ricciardo. A estas alturas de la película, uno ya no sabe qué decir sobre el australiano y sólo puedo hacer un apunte: aunque vaya a ser casi imposible, "Dani" está a 35 puntos de Hamilton con siete carreras por delante. Ha ganado tres de las últimas 5, y ha demostrado que no necesita un Gran Premio "loco" para poder subir a lo más alto del podio, pues la victoria de ayer, como él mismo reconoció, fue fruto del cálculo y la estrategia. Vettel, por otro lado, terminó quinto en una buena carrera. Consiguió batir a su compañero en calificación, pero la historia cambió cuando se apagó el semáforo. El alemán adolece una evidente falta de ritmo y feeling con el coche. Los cuatro títulos mundiales parecen haber caído en saco roto, y la escudería que antaño le alababa, ahora mira para otro lado cada vez que Vettel entra en el box. La situación que vive es extraña, y aunque merece todo el crédito que cuatro títulos mundiales te pueden dar, los resultados que está obteniendo este año no son propios de un hombre que se hace llamar tetracampeón del mundo. Vettel suele recuperarse en la recta final del campeonato, veremos si Seb pisa pronto el escalón más alto del podio. En mi opinión, Singapur es un circuito que siempre se le ha dado bien... guiño, guiño


Donde no están para sonrisas es en Lotus. No sabemos qué brebaje habrán tomado los de Enstone para renovar a Maldonado, pero el venezolano decidió agradecerles el gesto estrellando tontamente el coche en la segunda sesión de libres. Ayer, de nuevo, ninguno de sus monoplazas cruzó la línea de meta, y visto lo visto en carrera, la excusa del motor Renault ya no vale. Los británicos andan perdidos, muy perdidos, pero no más que Marussia; ellos, al menos, saben qué piloto subir al coche.
Excelente resumen del GP de Spa. Enhorabuena.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Hay un análisis más extenso, lo puedes ver en la pestaña "Análisis Gran Premio". ¡Un saludo!
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