sábado, 27 de diciembre de 2014

2014, el año que corrimos peligrosamente


He de reconocer que, después de tanto tiempo, el blog ha cogido algo de polvo. Trabajar en una web seria de Fórmula 1 como laF1.es es una experiencia increíble y muy satisfactoria, pero a la vez algo que te resta tiempo para atender a otros sitios, como es el caso de este portal.

Sin embargo, por navidad siempre afloran los sentimientos hogareños, y qué menos que juntar unas cuantas letras en la que se puede considerar ahora como mi segunda casa. Y ya que voy a dedicarle un tiempo al blog, qué mejor que hacerlo reflexionando sobre lo que ha dado de sí la temporada 2014.

Ya... el mundial acabó hace dos meses, pero la F1 nunca para, y los ecos de los monoplazas retumbando -menos que otros años, eso sí- en mitad del desierto siguen llegando a nuestros oídos. Lewis Hamilton consiguió hacerse con el bicampeonato; Rosberg, con el respeto del paddock, aunque haya algunas publicaciones que no quieran verlo.

La temporada del alemán, empañada en ocasiones por pequeñas muestras de debilidad -véase Austin- ha sido soberbia. Lo dije hace tiempo, la presión de ser considerado como número uno no es algo que todos puedan soportar, y Nico no sólo ha sido capaz de derribarla, sino que además ha puesto el listón a una altura que muchos otros considerados "segundones" al inicio de la temporada no van a alcanzar.
Siendo honestos, lo vivido este año en Mercedes dista de ser la situación habitual de un equipo de Fórmula 1. Los roles no se han cambiado, se han destruido en la pista a base de lucha y, en ocasiones, contacto; y los números 1 y 2 de los W05 Hybrid han desaparecido por completo. Sin embargo, la justicia del pilotaje ha hecho acto de presencia y, por suerte o por desgracia, Hamilton ha sido el hombre elegido para levantar el trofeo final.


Si la temporada de Rosberg ha sido buena, la de Lewis ha sido genial. El británico sufrió un pequeño bajón a mitad de año, motivado también por las averías mecánicas de su coche, pero fue capaz de sobreponerse a la travesía maldita por Alemania, Hungría y Bélgica, y desde Monza tiró la pelota al tejado de su compañero, quien aún no domina del todo el arte de la escalada
.
Desde mi humilde punto de vista, Hamilton es el hombre que más merece el Campeonato. Pero, ¿ha sido el mejor piloto de la temporada?... no sé qué contestar. En cuanto a constructores, la cosa está clara, Mercedes ha sido la estrella este año -nunca mejor dicho-. En cuanto  a pilotos, se da por supuesto que la dupla de la escudería alemana está en el top 5, o al menos así lo pienso. Pero ha habido otros que, a pesar de no aparecer en las primeras páginas de los periódicos, han brillado tanto o más que el campeón y subcampeón del mundo.

Llegados a este punto, es inevitable acordarse del piloto al que todos tenemos en nuestro pensamiento. Jules Bianchi. El francés, quien poco a poco va dando muestras de mejoría, es indudablemente uno de los nombres propios de este año. Dejando a un lado su accidente, la temporada que estaba realizando, a bordo de uno de los coches más lentos -por no decir el que más- de la parrilla era, como dicen por tierras inglesas "breathtaking". El noveno puesto que consiguió en Mónaco es tan sólo la punta del iceberg. Su progresión ha sido espectacular, y aun perdiéndose las cuatro últimas carreras, ha terminado dos posiciones por delante de su clasificación en 2013. La 14ª y 15ª plaza han sido sus resultados más repetidos, algo que, en ocasiones, le situaba incluso por delante de los Sauber o Lotus cuando caía la bandera ajedrezada.

Sin duda alguna, Bianchi estaba dentro de los planes de Ferrari, no para 2015, evidentemente, pero sí para un futuro que, carrera tras carrera, adelantamiento tras adelantamiento, curva tras curva y punto tras punto era más cercano. Ahora, corre el Gran Premio más importante de su vida y, según los últimos informes, está realizando proezas similares a las conseguidas en las calles del principado... #ForzaJules

Uno de los que mejor conocía al joven francés es Fernando Alonso, y enlazo así con la temporada del asturiano: carente de brillo en las vitrinas, pero resplandeciente en pista. Tiraré aquí del tópico: Alonso ha sido el apagafuegos de la Scuderia este año, el hombre que ha conseguido salvar -una vez más- el honor de la casa de carreras más famosa del mundo a lomos de un bólido sonrojado por la vergüenza de verse superado en el aspecto que más le duele: el motor. "La aerodinámica es para aquellos que no saben construir motores", rezó en una ocasión Don Enzo... me gustaría saber qué blasfemias hubieran salido de su boca de haber visto el año que su amado Cavalino ha hecho. La galopante figura negra se ha arrastrado por el hipódromo del gran circo, y Raikkonen se ha comido todos los baches. Su campaña ha sido la antítesis de la de Alonso, el guión perfecto para una película de buenos y malos en la que el español salva el honor de la marca al mismo ritmo que el finés parece querer destruirlo.


En una entrevista Fernando confesó que 2014 ha sido el año en el que ha realizado su mejor conducción, incluso a un nivel mayor que en 2012. Si eso es cierto, la sexta posición con la que ha cerrado su etapa en Maranello es el peor augurio posible para un equipo que lleva viendo desde hace bastante tiempo cómo los cuervos amenazan con picotear los cuerpos en descomposición que antaño poblaban sus extensos escaparates.

Al menos, para consuelo de Ferrari, no han entrado a robar en sus galerías. Menos mal que la autoría se dio a una banda de ladrones, si no, muchos hubieran dicho que en Red Bull quieren olvidar cuanto antes los éxitos que Sebastian Vettel les ha otorgado. El propio Christian Horner señaló que la razón por la que el alemán ha cambiado el clima gris de Milton Keynes por el clima gris de Maranello ha sido huir de Daniel Ricciardo. Creo que es cierto, pero también voy a lanzar una pregunta. Si fueras piloto de F1, ¿te gustaría ver en tu palmarés que todas las victorias se consiguieron con el mismo equipo?. Salvando las distancias, veo en el movimiento de Vettel un reflejo del que en su día hizo su tocayo de los rallies. Buscar nuevos retos, esa es la razón principal, esa tiene que ser la razón principal. Si lo que te impulsa es la cobardía, no eres digno de hacerte llamar Campeón del Mundo, por mucho que el lobo al que te enfrentes se llame Daniel Ricciardo.

Si hojean un poco por este blog verán que me deshago en elogios con este joven australiano de sonrisa perpetua. Este año he visto en pista la confirmación de una de las estrellas que más brillarán en el firmamento del Gran Circo en los próximos años. "Con Vettel lo va a tener crudo", pensé hace 365 días. Al igual que el RB10, desde febrero hasta ahora la cosa ha cambiado tanto que aún hay quien tiene la cabeza girando descontrolada. Ricciardo se ha comido a Vettel con patatas, y ha demostrado eso de que en la F1 el resultado que cuenta es el último que se consigue, y que ocho podios y tres victorias en un año te dan más crédito que cuatro títulos mundiales. El de Perth ha conseguido batir a los todopoderosos Mercedes en hasta tres ocasiones. Cierto es que el caos en pista ha sido uno de sus aliados, pero cierto es también que además de a la escudería de Brackley, Ricciardo ha pasado por encima de Williams, la otra revelación de la temporada.

Mi compañero Martí Muñoz publicó una fotografía un tanto curiosa de Sir Frank Williams de pie gracias a unos artilugios en su motorhome. Pues bien, la instantánea no es ni la mitad de impactante que el progreso de los chicos de Grove este año. El propulsor híbrido de Mercedes ha venido como anillo al dedo a las manos de Massa y Bottas, que han llevado a Williams al principio de un camino que, según parece, les conducirá a la senda de la victoria, un destino que este año han acariciado en varias ocasiones y que, finalmente no han conseguido por culpa de la desorganización que hay dentro del equipo. Al igual que Ricciardo, Bottas puede considerarse la "sorpresa" del año. Y lo pongo entre comillas porque nadie debería sorprenderse por ver en el podio a un tío que fue capaz de llevar una tartana como el FW35 hasta la pole. El que sí ha sobresaltado ha sido Felipe Massa. El braslieño ha cometido errores, como todos, como siempre; pero si se compara su año con los últimos en la casa roja -obviando la diferencia de coche- su progresión está a la altura de la que ha experimentado su escuadra. 


Inversamente proporcional al crecimiento de Williams parece el de sus vecinos en Woking. Con la excusa del año de transición, McLaren ha tirado a la basura un campeonato en el que podían haber sacado un rendimiento infinitamente superior al propulsor otorgado por Mercedes. La quinta posición de los de Ron Dennis es una triste despedida para un matrimonio anglo-alemán que, como frutos, ha dado 4 preciosos hijos: tres títulos de pilotos (Häkkinen y Hamilton) y uno de constructores (1998). Sin embargo, más importante que las despedidas es la carrera deportiva de los trabajadores de la fábrica. El triste rendimiento del MP4/29 ha empañado las grandes actuaciones en pista de Jenson Button y Kevin Magnussen. El danés se marcha de su primera -y de momento única- temporada en la F1 con las manos vacías. El británico, al menos, seguirá agarrando un volante. Para McLaren ha primado más la experiencia, y el joven rookie Magnussen no ha conseguido ganarse la confianza de los jefazos británicos. De momento, repetimos.

La de McLaren no ha sido la única decepción de la temporada. A Force India se le esperaba, pero al final no ha estado. Los hindúes han sido quienes peor han aprovechado la PU alemana. Y, sin embargo, llHülkenberg me ha sorprendido por lo poco que ha destacado. En lucha directa no ha podido con Button y compañía, aunque él, al menos, no ha tenido que ver durante toda la carrera el alerón trasero del otro coche de su equipo.
evar el propulsor que han llevado les ha salvado del hoyo, pues sus dos pilotos han dado dos pasos atrás respectivamente.

El que ha estado poco tiempo aguantando coches delante ha sido Kvyat. El ruso ha realizado una grandísima campaña, y a pesar de no batir a Vergne en su primer año como malabarista del circo de Bernie, se ha ganado como premio la continuidad... en Red Bull, porque el volante que ha soltado el francés lo ha agarrado Carlos Sainz. Que esto no se vea como una crítica; Daniil es bueno, muy bueno. Pero Jev ha sido mejor, y el asiento del Red Bull número dos ya tenía los borrones de la tiza que escribió su nombre cuando Webber anunció su retirada. La marca de las bebidas energéticas le ha hecho la cama, pero en su lugar entra un español -que se lo merece- así que, como siempre, para mantener los intereses nacionales toca morderse la lengua, no vaya a ser que se sepa que Carletes está corriendo para "el enemigo".

Aquí no ha pasado nada. Los malos de la película vuelven a ser los mismos... la mafia... y la maFIA, que dicen algunos. Aunque estos últimos sí que se merecen un buen tirón de orejas; eso sí, dejaremos que ese gusto lo disfruten los directivos de Marussia y Caterham, que seguramente tendrán más ganas.

Por cierto, si echan de menos a Lotus y Sauber en este análisis no se preocupen. Ha ocurrido lo mismo que durante este año en las pistas... no han aparecido.

2014 será historia dentro de poco, y 2015 ya está calentando por la banda para hacerlo mejor que su predecesor. Cumplir ese objetivo no será difícil, aunque espero con ansias ver qué se inventa el nuevo año para detener a los Mercedes. Quizá ese regalo venga de oriente...

#FelicesF1estas y, sobre todo, #ForzaJules y #KeepFightingMichael

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