lunes, 25 de agosto de 2014

La resaca del champán: Bélgica


El Gran Premio de Bélgica ya es historia, en todos los sentidos. Los equipos han empaquetado sus enseres y se dirigen por carretera a Monza. Sin embargo, el camino no va a ser igual para todos, y mientras que los camiones de Red Bull disfrutarán de un agradable viaje por las mejores autopistas europeas; Mercedes tendrá que atravesar los Alpes por tortuosos puertos de montaña, que harán que más de uno acabe mareado.

No se ha desatado una guerra, únicamente se ha levantado el "telón de plata" y las hostilidades han llegado al conocimiento de los medios. El divorcio se produjo en Mónaco, y lo visto desde entonces no han sido más que actuaciones para acallar rumores. Hamilton está descontento con el equipo, pero ayer, los alemanes se posicionaron de parte del inglés y dieron la espalda a su compatriota. El choque entre los dos dejó con cara de tonto a todo el paddock, y a los millones de espectadores que, postrados frente al televisor, vieron cómo el famoso lema de una conocida marca de neumáticos se hacía realidad: "potencia sin control no sirve de nada". Es evidente, o debería serlo, que Mercedes no va a caer en los mismos errores que McLaren en 2007, pero ¿de qué sirve tener los coches más rápidos si tus pilotos chocan el uno contra el otro? El de ayer fue el primer encontronazo real entre Hamilton y Rosberg, y mientras se tiraban cuchillos a la cara, Ricciardo pasó agachando el cogote -no sea que alguno le alcanzase- y recogió un trofeo de ganador que, de tanto forcejear, se resbaló de las manos de Mercedes. 

Seguro que el movimiento de ayer hizo más daño a Toto Wolff que su accidente en bicicleta. "Increíble... hay una regla de oro, no se choca contra el otro, lo de hoy es inaceptable" balbuceaba furioso el jefazo de Mercedes, incapaz de articular palabra ante los micrófonos de la prensa. La posterior bronca en los despachos tuvo que ser de órdago. Varios apuntan que Rosberg entró con armadura en el motorhome de Petronas. Sin embargo, por si alguien no escuchó los gritos desde el circuito, Hamilton se encargó de airear los trapos sucios. "Ha reconocido que lo ha hecho a propósito" señalaba el británico. Ahora bien, tomemos estas declaraciones con cautela. Todos conocemos a Hamilton y su forma de ser y expresarse. Las palabras que salen de su boca suelen parecer más grandes de lo que en realidad son, y ese "hacer a propósito" se tornó en un "no levantar el pie adrede", algo bastante distinto. 

El inglés está pasando por un momento amargo el año en el que disfruta del mejor coche que jamás haya conducido. Intentó poner contra las cuerdas a Rosberg tanto en la pista como fuera de ella, y se ha encontrado con un hueso duro, demasiado duro incluso para Roscoe. Lewis está encendiendo fuegos que no es capaz de apagar, y la frustración de verse superado por su compañero le está empezando a superar. Ayer, de nuevo, Rosberg le enseñó sus credenciales al título con una maniobra en la que, si hay que buscar algún culpable, Hamilton es el hombre señalado. Desde mi punto de vista se trata de un lance de carrera; duro, pero lance al fin y al cabo. Sin embargo, con el reglamento en la mano, la culpa del toque la tiene Hamilton: "Cualquier piloto puede defender su posición usando todo el ancho de la pista, siempre que el coche que intenta adelantar no ocupe una porción significante. Entendiéndose porción significante como el alerón delantero a la par que la rueda trasera" Puede ser más o menos justo, pero la norma está escrita y quien la incumplió, desde mi punto de vista, no fue Rosberg.

El lío montado en Mercedes ayudó y eclipsó a la vez la gran carrera de Daniel Ricciardo. A estas alturas de la película, uno ya no sabe qué decir sobre el australiano y sólo puedo hacer un apunte: aunque vaya a ser casi imposible, "Dani" está a 35 puntos de Hamilton con siete carreras por delante. Ha ganado tres de las últimas 5, y ha demostrado que no necesita un Gran Premio "loco" para poder subir a lo más alto del podio, pues la victoria de ayer, como él mismo reconoció, fue fruto del cálculo y la estrategia. Vettel, por otro lado, terminó quinto en una buena carrera. Consiguió batir a su compañero en calificación, pero la historia cambió cuando se apagó el semáforo. El alemán adolece una evidente falta de ritmo y feeling con el coche. Los cuatro títulos mundiales parecen haber caído en saco roto, y la escudería que antaño le alababa, ahora mira para otro lado cada vez que Vettel entra en el box. La situación que vive es extraña, y aunque merece todo el crédito que cuatro títulos mundiales te pueden dar, los resultados que está obteniendo este año no son propios de un hombre que se hace llamar tetracampeón del mundo. Vettel suele recuperarse en la recta final del campeonato, veremos si Seb pisa pronto el escalón más alto del podio. En mi opinión, Singapur es un circuito que siempre se le ha dado bien... guiño, guiño

Visto el panorama en el paddock, podemos decir que Ferrari vive ajeno a toda polémica. "Spa nunca falla", pensarán los jefes italianos, pues ayer se cumplió la tónica de sus dos pilotos en este circuito. Kimi, fue bien; Fernando, mal. El asturiano tuyo problemas incluso antes de salir, cuando el coche decidió no arrancar. El "berrinche" de su F14T le costó un stop&go que le obligó a correr toda la carrera inmerso en un grupo de coches con 160cv más que el suyo. Kimi, por otro lado, dejó un buen sabor de boca. El frío belga le vino bien a Iceman, que recuperó parte de su consistencia llegando a rodar segundo y terminando la carrera a las puertas del podio. No lo llamaré recuperación, pero el verano ha cambiado algo en Ferrari. Durante todo el fin de semana, anduvieron cerca de Mercedes, Red Bull y lucharon con los Williams de tú a tú. Esperemos que esta vez, la mejora sea una confirmación y no un espejismo.

El que ya ha dejado de ser una confirmación y se ha convertido en realidad es Bottas. El finlandés está haciendo honor a su apellido, y se las está poniendo de todos los colores. Lleva cinco podios esta temporada, y a la que Mercedes y Ricciardo se despisten, estará al acecho para ganar su primera carrera. Se rumorea que para el Gran Premio de Italia tienen preparada una botella de Martini en el podio; sólo una, pues Massa va a tardar bastante tiempo en volver a saborear el champán. La cabeza le sigue dando vueltas desde el día en que su coche acabó patas arriba en Alemania, y aunque no suenan campanas fúnebres en el garaje, todas las sonrisas y felicitaciones van a parar al otro lado del muro.

Donde no están para sonrisas es en Lotus. No sabemos qué brebaje habrán tomado los de Enstone para renovar a Maldonado, pero el venezolano decidió agradecerles el gesto estrellando tontamente el coche en la segunda sesión de libres. Ayer, de nuevo, ninguno de sus monoplazas cruzó la línea de meta, y visto lo visto en carrera, la excusa del motor Renault ya no vale. Los británicos andan perdidos, muy perdidos, pero no más que Marussia; ellos, al  menos, saben qué piloto subir al coche.

 feliz lunes de resaca



2 comentarios:

  1. Excelente resumen del GP de Spa. Enhorabuena.

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    1. ¡Muchas gracias! Hay un análisis más extenso, lo puedes ver en la pestaña "Análisis Gran Premio". ¡Un saludo!

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